SISMICIDAD
Y PREVENCION SISMICA EN LOS ANDES VENEZOLANOS
Raúl Estevez(1)
y Jaime Laffaille(2)
(1) Expositor, Laboratorio
de Geofísica, Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela.
(2) Fundación
para la Prevención del Riesgo Sísmico del Estado Mérida
FUNDAPRIS
RESUMEN
La tectónica de la región
andina y costera de Venezuela pareciera estar controlada, fundamentalmente,
por el movimiento de la Placa del Caribe en sentido este con respecto a
la placa Suramericana. La frontera entre ambas placas, en los Andes Venezolanos,
está definida por la Zona de Fallas de Boconó, orientada
aproximadamente
en dirección N45°E y expuesta unos 500 km a lo largo de la parte
central de esta cadena montañosa. Grandes terremotos, inclusive
de magnitud 8 (Richter), han ocurrido a lo largo de toda su longitud en
tiempos históricos y recientes, y el análisis de sus mecanismos
focales es consistente con un movimiento rumbo-deslizante lateral derecho
y una dirección aproximada de compresión este-oeste. La distribución
espacio-temporal de la sismicidad indica una actividad más intensa
hacia el extremo suroeste de la zona de fallas, donde la mayoría
de los grandes terremotos han ocurrido. A lo largo de la falla principal
la mayoría de los terremotos son eventos superficiales con profundidad
promedio de unos 15 km. Las profundidades tienden a incrementarse hacia
sus flancos noroeste y sureste, alcanzando profundidades que llegan a superar
los 40 km y donde los estudios de mecanismos focales arrojan resultados
consistentes con fallamiento inverso y fallas de compresión. Períodos
de Retorno de 135-460 años para magnitudes M=8, de 45-70 años
para magnitudes M=7 y de 7-15 años para magnitudes M=6 han sido
estimadas usando como base de datos los eventos reportados en la región
occidental de Venezuela desde 1.590 hasta el presente. Los estudios históricos
e instrumentales indican que la Zona de Fallas de Boconó debe ser
clasificada como muy activa, lo cual es corroborado por estudios recientes
de paleosismicidad, cuyos resultados arrojan periodos de retorno del orden
de 200 años para eventos de magnitud 7.
En Mayo de 1979 el gobierno regional del
Estado Mérida creó la Comisión Especial de Asesoría
para la Prevención del Riesgo Sísmico (CEAPRIS), con el objeto
de asesorar a los organismos oficiales, públicos y privados en materia
de prevención y mitigación del riesgo sísmico. Este
organismo fue concebido como una comisión sin fines de lucro, integrada
por representantes de organismos públicos y privados relacionados
con la materia y por especialistas voluntarios, profesores universitarios
en su mayoría, profesionales en libre ejercicio y docentes de la
educación primaria y media. En el año 1993 CEAPRIS se transformó
en una Fundación (FUNDAPRIS), con las mismas características
de la anterior Comisión, pero con personalidad jurídica propia
y mayor autonomía económica y operativa. Desde su creación
como CEAPRIS, FUNDAPRIS ha organizado su actividad en cuatro áreas
principales: Educación y Capacitación, Construcción
y Desarrollo Urbano, Estudio y Zonificación de Amenazas Naturales
y Manejo de Emergencias Sísmicas. En el área de Educación
y Capacitación, se han implementado programas de prevención
sísmica en la educación básica, que han permitido
adiestrar a un gran porcentaje de los directivos, docentes y alumnos de
todo el estado. También se han organizado cursos especializados
y talleres de entrenamiento en la materia para ingenieros, arquitectos,
maestros de obra, médicos y personal paramédico, grupos voluntarios
de rescate, asociaciones de vecinos, etc. En materia de Construcción
y Desarrollo Urbano, existen programas que han permitido la evaluación
pre-sísmica y, en algunos casos, el reforzamiento de un número
considerable de edificaciones esenciales, así como de viviendas
populares en todo el estado. La subcomisión de Estudio y Zonificación
de Peligros Naturales ha producido una serie de mapas y bases de datos
computarizados donde las amenazas naturales, asociadas a las ciudades más
importantes de la región y sus alrededores, se caracterizan, zonifican
y detallan.
Finalmente, el objetivo central de la Subcomisión
de Manejo de Desastres Sísmicos es colaborar y aportar información
útil a la elaboración de planes de emergencia capaces de
enfrentar con éxito un gran terremoto en la región y contribuir
a la capacitación técnica de los profesionales y voluntarios
encargados de atender tales emergencias.
Un quinto fente, o área de trabajo
de FUNDAPRIS lo constituye la Red Sismográfica de Los Andes Venezolanos
(REDSAV), operada por la Universidad de Los Andes con la colaboración
del Ejecutivo del Estado Mérida, que cuenta con once estaciones
remotas ubicadas estratégicamente con el fin de registrar la actividad
sísmica de cualquiera de las múltiples fallas geológicas
que surcan la región.
LA FALLA DE BOCONO
Como consecuencia del paradigma de la Tectónica
de Placas, el extremo sur del Mar Caribe ha sido definido como la frontera
entre las Placas del Caribe y la Suramericana (Molnar y Sykes, 1969). En
el presente esta frontera está definida por el sistema de fallas
Boconó-Morón-El
Pilar (Rod, 1956; Schubert, 1981, 1984) y otras zonas de fallas, sumergidas
y expuestas, al norte de Venezuela (Schubert, 1988; Schubert y Krause,
1984). Este sistema de fallas corta y desplaza el extremo oeste de las
montañas del Caribe, lo que sugiere que su desplazamiento rumbo-deslizante
comenzó en tiempos geológicos recientes, posiblemente a partir
del Terciario tardío.
Geomorfológicamente, la Falla de
Boconó se manifiesta por una serie de valles alineados, depresiones
lineales y otros rasgos alineados en un corredor de 1 a 5 km de ancho,
orientado, aproximadamente, en dirección N 45° E y a lo largo
de unos 500 km en la parte central de los Andes Venezolanos, entre la depresión
del Táchira y el Mar Caribe. Al este de Morón, a lo largo
de la costa del Caribe, ella se continúa en las fallas de Morón
y El Pilar. Hacia el suroeste, termina en una serie de corrimientos y fallamientos
inversos en la depresión del Táchira, al extremo norte de
la Cordillera Oriental de Colombia. Es la mejor conocida de todas las fallas
de Venezuela porque fué una de las primeras en ser reconocida (Rod,
1956), posee una fuerte expresión topográfica y está
claramente expuesta a todo lo largo de su extensión. Su movimiento
rumbo-deslizante se refleja, principalmente, en el desplazamiento de estructuras
pleistocenas. La mayoría de los grandes terremotos ocurridos en
tiempos históricos en el occidente de Venezuela, han sido asociados
con movimentos de este corredor de fallas. Aunque algunos autores han postulado
un desplazamiento principal en sentido normal a lo largo de la Zona de
Fallas de Boconó (Shagam, 1972, 1975; Giegengack et al.,
1976) y solo movimientos menores rumbo-deslizantes, más recientemente,
un detallado estudio de evidencias neotectónicas a lo largo de toda
su extensión (Schubert,1980a, 1982, 1984) ha revelado la existencia
en esta zona de grandes cuencas cenozóicas (cenozóico tardío)
de tracción (pull-appart basins), en las cuales, sin embargo, se
pueden evidenciar grandes desplazamientos locales verticales (normales),
separados por estrechos segmentos de fallas, con un claro desplazamiento
de rumbo lateral-derecho.
El análisis y el modelaje sísmico
sugieren que la Falla de Boconó puede ser parte de una frontera
de placas desde hace aproximadamente 5 millones de años (Dewey,
1972). La oblicuidad de la Falla de Boconó en relación al
rumbo de los Andes Venezolanos y el hecho de que ella corta y desplaza
provincias geológicas de origen y edad diferentes (Cordillera de
los Andes y del Caribe) sugiere que es una estructura externa a esos sistemas,
que fué incorporada a la frontera entre las placas del Caribe y
Suramérica en un pasado geológico relativamente reciente.
El análisis de los mecanismos focales de terremotos recientes es
consistente con un desplazamiento predominantemente lateral-derecho, profundidades
focales generalmente menores de 35 km e indica una dirección aproximada
de compresión este-oeste (Folinsbee, 1972; Dewey, 1972; Fernandez
et
al., 1977).
SISMICIDAD
El registro histórico de la sismicidad
en Venezuela comienza, aproximadamente, en 1590, despues de la llegada
de los primeros colonizadores españoles. En la zona andina se puede
hablar de que esta historia comienza en el año de 1.599, con el
reporte de un terremoto que sacudió a La Grita y otros pueblos de
Mérida. El siguiente evento de que se tiene noticias ocurrió
en 1.610, cuando los cronistas reportaron detalles de un terremoto desastroso
al cual se le asignó, de acuerdo con estudios recientes de la distribución
de daños e intensidades sísmicas, una magnitud de 7.3 grados
en la escala de Richter. Desde ese entonces hasta la presente fecha han
ocurrido en la zona al menos otros 7 eventos sísmicos de características
destructoras en los años de 1.644, 1.775, 1.812, 1.834, 1.845, 1.894
y 1.932. Entre ellos destaca el ocurrido en el año de 1.812, en
plena gesta independentista de Venezuela. Sin embargo, debido a la escasa
población existente hasta épocas relativamente recientes,
la historia sísmica del país es bastante incompleta, ya que
sólo alcanzaron a registrarse los eventos más grandes. Este
registro muestra una secuencia de terremotos de moderados a grandes, que
ha sido resumida por varios autores (Febres-Cordero, 1931; Centeno-Grau,
1940; Fiedler, 1961; Cluff y Hansen, 1969; Dewey, 1972; Grases, 1980).
El mayor terremoto (magnitud Richter promedio
8) registrado en Venezuela ocurrió el 26 de Marzo de 1812. Este
evento destruyó las ciudades más importantes situadas a lo
largo de la Zona de Fallas de Boconó, desde Mérida hasta
Caracas, cubriendo una distancia de aproximadamente 600 km. Alrededor de
26.000 personas murieron, lo que representaba entre 5% y el 10% de la población
total de Venezuela para la época. La concentración de los
daños a lo largo de un corredor paralelo al eje de los Andes Venezolanos
y su prolongación por la costa del Caribe, claramente sugiere que
este terremoto ocurrió en un segmento de la zona de fallas de Boconó.
A partir del daño reportado, especialmente en las ciudades de Mérida,
San Felipe-Barquisimeto y Caracas, inicialmente se pensó que éste
fué un evento multifocal con epicentros cerca de esas ciudades (Fiedler.,
1961). Esta hipótesis, sin embargo, fué posteriormente cuestionada
por Cluff & Hansen (1969), y más recientemente, por Aggarwal
(1983), quienes consideran que se trató más bien de un solo
evento con una ruptura de falla que se extendió desde el epicentro,
cerca y al suroeste de Mérida, hasta Caracas, cubriendo así
una distancia similar a la del gran terremoto de 1906 en la Falla de San
Andrés (California, USA).
El último gran terremoto registrado
en los Andes Venezolanos fué el evento de magnitud 7 ocurrido el
26 de Abril de 1894, con un epicentro también cercano y al suroeste
de Mérida. En esta oportunidad murieron unas 350 personas y varias
poblaciones y aldeas fueron destruídas dentro de una amplia región
comprendida entre Tovar y Mérida por el sureste y la zona sur del
Lago de Maracaibo por el noroeste. En esa oportunidad fueron destruidas
las poblaciones de Tovar, Santa Cruz de Mora, Mesa Bolívar, Chiguará
y Mérida, por mencionar sólo las más importantes.
El área de daños de este evento fue calculada por Centeno
Grau (1.940) en unos siete mil kilómetros cuadrados, abarcando desde
Trujillo en Venezuela, donde se derrumbó la torre de la iglesia
de San Francisco, hasta cerca de Pamplona (en Colombia), siendo especialmente
intenso en la región comprendida entre Bailadores y Tabay (en ambas
pueblos se derrumbaron las iglesias).
En el presente, toda la zona de fallas
de Boconó, desde la depresión del Táchira en su extremo
suroeste hasta el Mar Caribe al noreste, es sismicamente activa. La mayoría
de los eventos más grandes se alinean bien con la traza principal
de la Falla de Boconó, mientras que los más pequeños,
asi como unos pocos grandes, estan dispersos dentro de un corredor de varias
decenas de kilómetros de ancho, adyacente a esta traza, lo que indica
que muchas de sus fallas subsidiarias son igualmente activas. La mayoría
de los terremotos registrados a lo largo de la traza principal de la falla
son eventos superficiales (profundidad promedio de unos 15 km). Las profundidades
tienden a crecer para los eventos más grandes hacia el noroeste
(cuenca del Lago de Maracaibo) y hacia el sureste (cuenca de Barinas) de
la zona de fallas de Boconó, alcanzando profundidades que llegan
a superar los 40 km. Hacia el extremo suroeste de los Andes Venezolanos,
ya en territorio colombiano, existe una zona sísmica de profundidades
intermedias ( ~ 160 km), debajo del extremo norte de la Cordillera Oriental
de Colombia y la Sierra de Perijá, cerca de la ciudad de Bucaramanga,
que incluye una notable concentración de eventos conocida como el
Nido o Foco de Bucaramanga (Schneider, Pennington and Meyer, 1987). Muchos
de los eventos de esta fuente sísmica son registrados casi a dario
en las estaciones sismográficas del Occidente de Venezuela, con
tal constancia y precisión que en repetidas oportunidades se ha
sugerido utilizar el Nido como una fuente controlada para estudios corticales
en ambos países.
La distribución espacio-temporal
de la sismicidad en la región señala que la actividad más
intensa está ubicada hacia el extremo suroeste de la zona de fallas
de Boconó, especialmente entre las ciudades de San Cristóbal
(frontera con Colombia) y Mérida. La mayoría de los terremotos
más grandes han ocurrido en este segmento. Durante los últimos
150 años una zona de calma sísmica pareciera haber existido
en la parte central de los Andes Venezolanos, aproximadamente entre las
ciudades de Mérida y Boconó (~ 130 km), donde no se han registrado
sismos mayores desde aproximadamente 1830.
El registro de la actividad sísmica
mediante redes sismográficas locales durante los últimos
12 años, muestra que en la actualidad la actividad microsísmica
ocurre, fundamentalmente, a través de tormentas locales que tienden
a durar alrededor de 2 ó 3 meses. Durante estas tormentas, decenas
de microsismos alcanzan a ser registrados, permitiendo la elaboración
de modelos sismotectónicos locales (Laffaille y Estevez, 1986).
El estudio de los mecanismos focales para
eventos regionales (Molnar and Sykes, 1969; Isacks and Molnar, 1971; Dewey,
1972; Pennington, 1981) sugiere un fallamiento predominantemente lateral
derecho a lo largo de la traza principal de la Falla de Boconó y
fallamiento de empuje en sus flancos. Estos mismos mecanismos tienden a
indicar un esfuerzo compresional promedio orientado aproximadamente en
dirección este-oeste. Todos estos resultados apoyan la hipótesis
de que la tectónica actual de la región está controlada,
fundamentalmente, por un movimiento hacia el este de la Placa del Caribe
en relación a la Placa Suramericana. Otros mecanismos focales, calculados
por Laffaille (1981) y Laffaille y Estevez (1986) para eventos de menor
magnitud dentro de la Zona de Fallas de Boconó, muestran soluciones
correspondientes a una gran variedad de fallamiento normal e inverso, asociado
a fallas subsidiarias y, particularmente, a cuencas de tracción
y zonas de compresión, comunes en esta región.
Varios autores han estimado períodos
de retorno para la ocurrencia de sismos dentro de la Zona de Fallas de
Boconó. Comparando el desplazamiento de rasgos geomórficos
con el desplazamiento correspondiente a una magnitud Richter dada, Cluff
y Hansen (1969) y Schubert (1982) estimaron períodos de retorno
de alrededor de 200 años para terremotos de magnitud 8. Por otra
parte, basándose en la pendiente de la Curva Frecuencia-Magnitud
Gutemberg-Richter (valor b), Cluff y Hansen (1969) obtuvieron intervalos
de recurrencia de 200, 34 y 7 años para eventos de magnitudes
8, 7 y 6 respectivamente. Para este mismo rango de magnitudes, Aggarwal
(1981) obtuvo valores de 430, 70 y 11 años respectivamente. Finalmente,
considerando todo el intervalo de tiempo desde 1600 hasta 1980 y siguiendo
un método propuesto por Steep (1972), Rengifo y Estevez (1987) obtuvieron
valores de 460, 60 y 8 años para las mismas magnitudes. Estos resultados
y consideraciones, más los obtenidos por Larotta en 1976, indican
que la Zona de Fallas de Boconó debe ser clasificada como muy activa
y potencialmente peligrosa. Probablemente el mismo tipo de razonamiento
llevó a varios especialistas del Lamont-Doherty Geological Observatory
de la Universidad de Columbia, USA (Lynn Sykes, Andrew Murphy, Beth Israel
e inclusive su director Manik Talwani) a escribir un informe en Mayo de
1978, donde escribieron que "... La Falla de Boconó define una
región donde podría esperarse un gran terremoto en el futuro,
y el occidente de Venezuela debe ser considerado como una zona de alto
riesgo sísmico" (traducción libre).
FUNDACIÓN PARA LA PREVEN-CION
DEL RIESGO SISMICO DEL ESTADO MERIDA (FUNDAPRIS)
En Mayo de 1979 el gobierno regional del
Estado Mérida creó la "Comisión Especial Asesora
para la Prevención del Riesgo Sísmico" (CEAPRIS) como
un organismo oficial de asesoramiento profesional en materia de riesgo
sísmico. Este organismo fué concebido como una comisión
sin fines de lucro, integrada por especialistas voluntarios para ayudar
a las entidades oficiales, públicas y privadas en la materia. En
el año 1993 CEAPRIS se transformó en una Fundación
(FUNDAPRIS), con las mismas características de la anterior
Comisión, pero con personalidad jurídica propia y
mayor autonomía económica y operativa. Desde su creación
como CEAPRIS, FUNDAPRIS ha desarrollado su actividad en 4 áreas
de trabajo:
1. Educación y Capacitación
2. Construcciones Civiles y Planificación
Urbana
3. Estudio y Zonificación de Peligros
Naturales
4. Manejo de Desastres Sísmicos
Con el objeto de planificar, implementar y
coordinar programas específicos en relación a cada una de
esas áreas, FUNDAPRIS tiene una Junta Directiva integrada por 5
personas (con sus respectivos suplentes), conformada por representantes
de la Oficina Regional de Defensa Civil, de la División Regional
de Geología del Ministerio de Minas e Hidrocarburos, del Departamento
de Estructuras e Ingeniería Sismoresistente de la Facultad de Ingeniería
de la ULA, del Laboratorio de Geofísica de esa misma institución
y de la Zona Educativa # 12 del Ministerio de Educación.
Los programas en el área de Educación
y Capacitación, incluyen la organización de cursos especializados
y talleres de entrenamiento en la materia (usualmente 1-2 por año)
para profesionales de carreras afines: ingenieros, arquitectos y maestros
de obra ("Interpretación, aplicación y reforzamiento de
las normas antisísmicas de construcción", "Evaluación
pre y postsísmica de edificaciones", "Construccio-nes antisísmicas
en zonas urbanas y rurales", etc.), médicos y personal para-médico
("Medicina de desastres"), defensa civil, bomberos y grupos voluntarios
de rescate ("Rescate en espacios confinados"), etc. En el caso de
las Asociaciones de Vecinos, se ha diseñado un Curso de Autoprotección
Civil que en 40 horas entrena a los residentes de un barrio en primeros
auxilios médicos, triaje de heridos, operaciones de rescate, manejo
de incendios, etc. Este último programa no ha resultado muy exitoso
debido al caracter inestable de las organizaciones vecinales locales.
Particular atención merece nuestro
programa educativo en las escuelas elementales y secundarias de la región,
probablemente el más exitoso de todos. Durante los últimos
6 años el Ministerio de Educación nos ha permitido introducir
cambios en los programas docentes de estos planteles para enseñar
tópicos tales como: identificación y caracterización
de los peligros naturales, particularmente el sísmico, en la región
de los Andes Venezolanos; evaluación de la seguridad de las viviendas
y del sitio donde estan ubicadas, comportamiento humano en caso de desastres,
ejercicios de evacuación, primeros auxilios y otras técnicas
de autoprotección ciudadana. Adicionalmente el Ejecutivo Regional
aprobó una legislación específica que le confirió
carácter de obligatoriedad a la docencia de estos tópicos
en todas las escuelas básicas del Estado Mérida. Para este
programa FUNDAPRIS preparó un extenso manual dirigido principalmente
a los maestros y profesores con los temas a ser tratados, insistiendo en
los ejercicios prácticos, simulación de escenarios de desastres
y aspectos metodológicos de la enseñanza. Por otro lado,
varias veces al año (entre 4 y 5 veces, dependiendo de las características
del año escolar) se organizan talleres de dos días de duración
a objeto de actualizar a los maestros en estos tópicos, discutir
con ellos aspectos metodológicos, procedimientos de evacuación
en cada plantel y evaluar la marcha general del programa. Actualmente la
Zona Educativa # 12 ha asignado dos maestros de manera permanente a este
programa, con la finalidad de que sea posible realizar un seguimiento constante
de los avances del mismo.
En materia de Construcciones Civiles
y Planificación Urbana, la atención principal se ha dirigido
a la evaluación pre-sísmica y al reforzamiento de edificaciones
estratégicas y de otras construcciones civiles de interés
social: hospitales, centros educativos, estaciones de bomberos, líneas
de servicios públicos, vías de comunicación, telecomunicaciones,
iglesias y otros edificios de interés histórico o cultural.
Este trabajo, ya implementado en la ciudad
de Mérida, concluye con un informe escrito donde se evalúa
tecnicamente la edificación en base a las normas antisísmicas
vigentes y se adelantan consideraciones acerca del comportamiento probable
de la edificación en caso de un terremoto fuerte y recomendaciones
para su reforzamiento. Cuando el caso lo amerita se incluye, adicionalmente,
un estudio geotécnico del terreno donde está ubicada la edificación.
Tambien se ha realizado un gran esfuerzo en materia de definición,
interpretación y aplicación de códigos y normas antisísmicas
de construcción. Finalmente se adelanta un trabajo en el estudio
y reforzamiento de la vivienda popular urbana y rural, asi como en el diseño
de alternativas antisísmicas, usando los mismo materiales y técnicas
tradicionales.
En cuanto al área de Estudio
y Zonificación de Peligros Naturales, la meta es la caracterización
y zonificación de estos peligros, con particular énfasis
en la amenaza sísmica. Como producto de este trabajo se han producido
una serie de mapas para las ciudades más grandes y pobladas de la
región y sus alrededores, a escala 1:25.000 y más recientemente
1:10.000, donde las amenazas naturales más importantes asociadas
a esos centros urbanos se detallan. Como un complemento de importancia
primaria, FUNDAPRIS tiene como meta fundamental la instrumentación
de la región con el objeto de caracterizar y, de ser posible, predecir
la ocurrencia de desastres naturales. Particular interés se ha puesto
en la instalación y operación de redes regionales de estaciones
sismográficas y acelerográficas. En el presente FUNDAPRIS
, conjuntamente con el Laboratorio de Geofísica de la Universidad
de los Andes, opera una red telemétrica de 12 estaciones sismológicas,
que cubre más de 300 km a lo largo de los Andes Venezolanos, asi
como unas 6 estaciones acelerográficas ubicadas en la ciudad de
Mérida. La Red Sismográfica de los Andes Venezolanos (REDSAV)
tiene cobertura sobre gran parte del estado Mérida y parcialmente
sobre los estados Trujillo, Zulia, Barinas y Táchira. Funciona continuamente
desde el año 1.981 y actualmente se adelantan gestiones para modernizar
sus equipos y adquirir nuevas estaciones a fin de mejorar su cobertura
para extenderla a casi todo el occidente del país. El funcionamiento
continuo de esta red hubiera sido muy difícil sin el aporte
de FUNDAPRIS, que ha tomado como proyecto el mantenimiento de ella y la
interpretación diaria de la información recabada por sus
estaciones. En un futuro se prevé instalar, igualmente, inclinómetros,
estaciones geodésicas y otra instrumentación especializada
para monitorear movimientos del terreno, particularmente en zonas de deslizamientos
potenciales que representen peligros importantes para la población,
vías de comunicación y otras obras civiles de importancia.
En este sentido particular interés nos merecen los bordes de las
terrazas habitadas a lo largo de la Zona de Fallas de Boconó.
Finalmente, el objetivo central en el área
de Manejo de Desastres Sísmicos es apoyar las iniciativas
que conduzcan a elaborar planes de emergencia capaces de enfrentar con
éxito un gran terremoto en la región. En particular, actualmente
se adelantan dos programas educativos en este aspecto: Los Talleres de
Desalojo de Edificaciones Escolares y El plan de Educación Masivo
para la implementación de Planes de Emergencia Familiares. Esta
tarea ha sido asumida por organismos integrantes de FUNDAPRIS, tales como
la Defensa Civil, los Grupos Voluntarios de Rescate y personal del Laboratorio
de Geofísica (ULA).
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