MICROZONIFICACIÓN
DE LA CIUDAD DE MÉXICO CON FINES DE DISEÑO SÍSMICO
DE ESTRUCTURAS
Mario Ordaz y Luis Eduardo Pérez
Rocha
RESUMEN
Se describen los conceptos más importantes
relacionados con la estimación de movimientos del suelo durante
temblores en la ciudad de México. Se presentan: a) particularidades
de las fuentes y trayectos de los sismos más relevantes para el
riesgo sísmico de la ciudad; b) los métodos que se han usado
para estimar movimientos fuertes en terreno firme; c) los procedimientos
empleados para tomar en cuenta los considerables efectos de amplificación
local en las zonas de terreno blando Finalmente, se describe un sistema
de cómputo desarrollado para determinar espectros de respuesta elástica
o inelástica en cualquier sitio de la ciudad, producidos por temblores
de muy diverso tipo, de entre los que el usuario puede seleccionar los
que sean de su interés.
1. INTRODUCCIÓN
Los daños sin precedentes producidos
en la Ciudad de México por el gran sismo de Michoacán (M=8.1)
el 19 de septiembre de 1985 revelaron la necesidad de revisar las normas
de construcción vigentes desde 1976. Del consenso de los expertos
surgió un conjunto de normas técnicas de emergencia para
la reconstrucción de las obras civiles de la ciudad. En particular,
se fijaron mayores coeficientes de diseño sísmico y se especificó
que los efectos interacción suelo-estructura más importantes
se tomaran en cuenta explícitamente en el diseño de estructuras
desplantadas en sitios de suelo blando (Rosenblueth y Reséndiz,
1988; Rosenblueth et al, 1989; Rosenblueth y Gómez, 1991).
Además del análisis de los
registros del sismo del 19 de septiembre de 1985 y de la observación
de los daños, los nuevos coeficientes sísmicos se definieron
después de revisar lo que entonces se conocía de la sismicidad
a que está sujeta la Ciudad de México y de la respuesta sísmica
de suelos blandos. Se postularon los sismos más desfavorables producidos
por los mecanismos focales reconocidos y se hizo uso del modelo unidimensional
de propagación de ondas de corte para tomar en cuenta los efectos
de amplificación dinámica producidos por las arcillas lacustres
de la ciudad. En síntesis, para cada zona geotécnica de la
ciudad se estipuló un espectro de diseño sísmico,
aunque se reconoció que los espectros de diseño podrían
modificarse si se conocía el periodo dominante del terreno; esta
es la primera vez que en los reglamentos mexicanos se considera la reducción
de las ordenadas espectrales de diseño en función del periodo
dominante del sitio. Por su carácter innovador, las disposiciones
reglamentarias correspondientes se basaron en modelos simplificados que
condujeron a recomendaciones particularmente sencillas, las cuales son
aplicables solamente a las zonas llamadas II y III, que corresponden a
terrenos intermedios y blandos, respectivamente.
Al igual que en otros reglamentos modernos,
en el reglamento mexicano para la construcción de obras civiles
en el Distrito Federal está reconocido que además de las
propiedades estructurales, las fuerzas sísmicas que actúan
sobre las estructuras dependen de las características de la fuente
sísmica, del trayecto que sigue el campo ondulatorio en su viaje
hasta el sitio de desplante y de las propiedades dinámicas del terreno
en este sitio. Se busca que en las futuras versiones se contemplen las
condiciones de riesgo más realistas que es posible esperar para
la ciudad. Por ello, se han concentrado esfuerzos por identificar la verdadera
naturaleza del campo incidente y por explicar las características
de la respuesta sísmica del valle de México, en particular,
las grandes variaciones espaciales del movimiento del terreno y la extraordinaria
duración observada en sitios de la zona del lago. También
se ha puesto énfasis en la predicción de las intensidades
sísmicas que se tendrían en la ciudad ante sismos futuros.
Gran parte de los avances se han logrado gracias al incremento en la capacidad
de observación e interpretación de los registros de movimientos
fuertes ocurridos en los últimos años. En 1985, operaban
en la ciudad del orden de 10 estaciones acelerométricas. Actualmente,
existen del orden de 200 en la ciudad.
2. GRANDES TEMBLORES QUE AFECTAN A LA
CIUDAD DE MÉXICO
Los grandes temblores en México
(magnitud M>7.0) tienen origen a lo largo de la costa del Pacífico,
desde Manzanillo (105º W) hasta Tehuantepec (95º W), aproximadamente,
debido a la subducción de las placas oceánicas de Cocos y
Rivera bajo la placa de Norteamérica. (fig 1) Los catálogos
de los grandes temblores han permitido estimar periodos de recurrencia
para algunos segmentos de la zona de subducción. Estos varían
entre 20 y 75 años.
El concepto de brecha sísmica
surge para designar un segmento de la zona de subducción en el cual
no se ha producido un temblor de importancia en un lapso relativamente
grande. Es aceptable asignar altas probabilidades a la ocurrencia de un
temblor en un lapso relativamente breve en las brechas sísmicas.
Con base en estas consideraciones se han identificado diferentes brechas
sísmicas en México (p. ej, Kelleher, et al, 1973;
Singh, et al, 1981). Los grandes temblores recientes (Colima, 1973,
1995; Oaxaca, 1978; Petatlán 1979, 1985; Playa Azul, 1981; Ometepec,
1982, 1995; Michoacán, 1985) han ocurrido en sitios considerados
brechas sísmicas (fig 1).
En la brecha de Michoacán
se generaron los recientes sismos del 25 de octubre de 1981 (M=7.3), 19
de septiembre de 1985 (M=8.1) y 30 de abril de 1986 (M=7.0). Esta región,
en particular, produce pocos sismos pequeños y puede dar lugar a
sismos de gran tamaño (como el que se observó en 1985). Al
igual que la brecha de Jalisco, esta brecha puede adquirir el potencial
sísmico más elevado de la zona de subducción mexicana
y los tiempos de recurrencia más largos (~ 70 años). Debido
a los grandes daños que ocasionó el temblor del 19 de septiembre
de 1985 en la ciudad de México, se sugirió que la irradiación
de este sismo pudo ser anómalamente energética, al menos
para los periodos cercanos a los de resonancia de los sitios del valle
de México, con suelos de origen lacustre. Esto fue confirmado por
Singh et al (1988) a partir del análisis de las aceleraciones
registradas en el sismo del 19 y su réplica del 21 de septiembre
de 1985 en varios sitios de terreno firme en y cerca de la Ciudad de México.
A partir de registros de datos telesísmicos de banda ancha, Singh
et
al (1990) mostraron que el origen de esta anomalía proviene
de la fuente del terremoto y que tiene un periodo característico
cercano a 2.5 s.
Figura 1. Zonas sismogénicas
y áreas de ruptura de sismos de subducción ocurridos desde
1965
En la brecha de Petatlán
se originó el sismo (M=7.6) que produjo el colapso de la Universidad
Iberoamericana, en la Ciudad de México, en 1979. También
en esta región tuvo origen la réplica del gran terremoto
de Michoacán de 1985 con M=7.7. Al parecer, ambos temblores produjeron
intensidades sísmicas similares en el valle de México.
El catálogo de sismos históricos
indica que la brecha de Ometepec tiene los periodos de recurrencia
más cortos de la costa mexicana del Pacífico (de 20 a 30
años; Singh y Suárez, 1988). En 1937 y 1950 ocurrieron grandes
terremotos con M>7.8. Desde entonces se han producido dos temblores intensos.
Uno de ellos con M=7.4, ocurrido el 2 de agosto de 1968 y el otro ocurrido
el 14 de septiembre de 1995, con M=7.3. En particular, el 7 de junio de
1982 se generaron dos temblores con M=6.9 y 7.0 en un lapso de 6 horas,
evento conocido como el "doblete de Ometepec".
Existe consenso general en la comunidad
científica de que, actualmente, la región con mayor potencial
sísmico en el país es precisamente el área cubierta
por las brechas de Guerrero y
San Marcos (Singh, et al,
1981, 1982; Nishenko y Singh, 1987a,b). En esta región ocurrieron
grandes temblores en 1899 (M=7.9), 1907 (M=7.7), 1908 (M=7.6, 7.0), 1909
(M=6.9) y 1911 (M=7.6). La intensa actividad sísmica de principios
de siglo cesó por 46 años. En la madrugada del 28 de julio
de 1957 se generó otro gran temblor. Se contaron numerosos daños
materiales y, lamentablemente, la pérdida de decenas de vidas humanas.
Hasta entonces, este evento conocido como "Temblor del Ángel" porque
provocó la caída del Ángel de la Independencia, había
sido el más intenso y destructivo para las estructuras y obras civiles
de la Ciudad de México. Los sismos intensos más recientes
generados en esta región tuvieron lugar el 11 de mayo de 1962 (M=7.2)
y el 25 de abril de 1989 (M=6.9). En particular, este último es
un temblor moderado, pero se considera de gran importancia ya que se registró
ampliamente en la red acelerográfica del valle de México.
En resumen, en la zona noroeste de esta región (desde cerca de Petatlán
hasta Acapulco) no se han producido grandes temblores en los últimos
80 años, mientras que la porción sureste (desde Acapulco
hasta cerca de Ometepec) no ha dado lugar a grandes temblores después
del terremoto de 1957.
Se han obtenido relaciones empíricas
entre el momento sísmico, que es una medida de la energía
liberada durante el proceso de ruptura de un temblor, y el periodo de recurrencia.
Para un periodo de 80 años se encontró que la energía
acumulada en las brechas de Guerrero y San Marcos sería suficiente
para generar 1 ó 2 temblores con M=8.0, o bien, de 2 a 4 con M=7.8.
Asimismo, relaciones empíricas entre el área de ruptura y
la magnitud indican que esta brecha (con dimensiones máximas de
230 por 80 km, estimadas por Singh et al, 1985) podría generar
un temblor con M=8.3.
Singh y Ordaz, (1994) sugieren que los
sismos que se generan al oeste de la longitud 990W son más energéticos
que aquéllos que se generan al este. En particular, los autores
señalan que el sismo del 28 de julio de 1957 (M=7.7), es más
energético de lo que típicamente se observa en sismos con
igual magnitud, originados en otras regiones. Ellos sugieren que el desplazamiento
sobre el plano de falla al oeste ocurre más lentamente que al este,
debido a la segmentación de la placa subducida cerca de 990W, entre
las brechas de San Marcos y Ometepec. Esta hipótesis es congruente
con la distribución de hipocentros que delimita la zona de Benioff
(Pardo y Suárez, 1994) y con la actividad del vulcanismo cuaternario.
Otros estudios indican que los grandes
temblores de subducción en México se originan cerca de las
costas, con profundidades entre 16 y 20 km (Singh et al, 1984; Singh
y Mortera, 1990) y que el ancho de la ruptura no excede 80 km (Singh et
al, 1995). Además, se ha observado que estos eventos pueden
ser generados por una o varias rupturas (UNAM, Seismology Group, 1986;
Singh, et al, 1984; Singh y Mortera, 1990). Además, se sabe
que el número de réplicas que se generan después de
un gran temblor es anómalamente pequeño (Singh y Suárez,
1988), pero que pueden ser de gran magnitud (p ej, el gran sismo de Jalisco
de 1932 con M=8.3 dio lugar a una réplica con M=7.9; el doblete
de Ometepec en 1982 con M=6.9 y 7.0; y el sismo del 21 de septiembre de
1985, con M=7.6, el cual se originó en la región de Petatlán
como réplica del gran sismo de Michoacán de 1985). Se ha
observado que en cerca de 30% de los casos una brecha sísmica da
lugar a más de un gran temblor en tiempos relativamente cortos.
Por ello, después de un gran temblor no puede considerarse que la
zona de ruptura esté necesariamente liberada de potencial sísmico
para un futuro inmediato.
Con menor frecuencia ocurren grandes temblores
bajo el continente, con profundidades mayores a 50 km. Estos sismos se
producen por un mecanismo de fallamiento normal de la litósfera
oceánica subducida (Singh et al, 1985). En este siglo, los
eventos más destructivos que se han originado por este mecanismo
son los sismos de Oaxaca con M=7.8 (15 de enero de 1931), de Orizaba con
M=7.1 (28 de agosto de 1973) y de Huajuapan de León con M=7.0 (24
de octubre de 1980). Los temblores que ocurren en el interior de la placa
continental, como los sismos de Jalapa con M=6.4 (3 de enero de 1920) y
de Acambay con M=7.0 (19 de noviembre de 1912), son aun menos frecuentes
y de menor magnitud, aunque pueden ser destructivos para los asentamientos
humanos situados a distancias epicentrales cortas. Considerando estos dos
mecanismos de generación de sismos intensos, Rosenblueth y Ordaz
(1988) encontraron que la condición más desfavorable para
la ciudad de México se tiene ante un sismo con M=6.5 originado a
80 km de profundidad, bajo el valle, o bien, con M=7.0 originado en la
terminación oriental del graben de Acambay. Para este último,
los autores estimaron un periodo de recurrencia de 1500 años. Para
la región de Kobe, en Japón, se habían estimado periodos
de recurrencia mayores a 1000 años después de una moderada
actividad ocurrida hace 70 años. Sin embargo, el 17 se enero de
1995 ocurrió un temblor moderado (M=6.7) que resultó ser
muy destructivo en las áreas urbanas cercanas a la región
epicentral. En particular, el origen tectónico de este temblor es
similar al del temblor de Acambay.
3. ESTIMACIÓN DE MOVIMIENTOS
FUERTES
Los daños producidos por los grandes
sismos han promovido el desarrollo de modelos teóricos y empíricos
encaminados a predecir la naturaleza del movimiento del terreno producido
por un temblor de magnitud y localización especificadas. También
se han redoblado esfuerzos por cuantificar la respuesta dinámica
del terreno atribuida a las condiciones locales, en particular, a la presencia
de estratos superficiales de suelo blando. El reglamento actual para la
construcción de obras civiles en la Ciudad de México contiene
espectros de diseño sísmico en los que se estipulan las fuerzas
sísmicas que las estructuras deben resistir sin llegar al colapso.
Además de considerar un gran sismo de diseño, en este reglamento
se reconoce la presencia de diferentes tipos de suelo. En efecto, se fijaron
coeficientes sísmicos para cada una de las zonas geotécnicas
propuestas por Marsal y Mazari (1959). La zonificación propuesta
por ellos es congruente con la distribución de los daños
producidos por los grandes temblores recientes (1957, 1979 y 1985).
3.1 Movimiento del terreno en la zona
de lomas
Esteva y Villaverde (1973) obtuvieron relaciones
empíricas, llamadas leyes de atenuación, para aceleración
y velocidad máximas del terreno a partir de una base de datos mundial
que incluía registros de temblores mexicanos. Bufaliza (1984) propuso
expresiones similares obtenidas a partir de datos registrados exclusivamente
en México. Posteriormente, Singh et al (1987) obtuvieron
relaciones tomando sólo los datos registrados en la Ciudad Universitaria
(CU) de la Ciudad de México, localizada en terreno firme.
En vista de que la correlación entre
el daño estructural y los valores de aceleración y velocidad
máximas del terreno es relativamente baja, se han buscado esquemas
que suministren una mejor caracterización del movimiento, en particular
el contenido de frecuencias y la duración. Con ello, es posible
calcular mejores estimadores del daño estructural, como las ordenadas
del espectro de respuesta. Con este propósito Castro et al
(1988) construyeron un modelo empírico para predecir amplitudes
del espectro de Fourier (EAF) para el sitio CU. Los EAF son una medida
cuantitativa de las amplitudes del movimiento en la superficie del terreno.
El modelo se basa en la regresión lineal de los datos a partir de
una forma funcional que está de acuerdo con modelos teóricos
de fuente (McGuire, 1978). Para superar la insuficiencia de datos, Ordaz
et al (1994) construyeron un modelo de regresión basado en el
teorema de Bayes. Este teorema permite incorporar información previa
a los datos, por ejemplo, la que proviene de modelos y estudios teóricos,
o bien, de la experiencia en otras regiones. Con ello, las regresiones
son más estables y contienen toda la información existente.
Esta caracterización del movimiento del terreno por medio de sus
espectros de amplitudes de Fourier ha sustituido la estimación de
aceleración y velocidad máximas del terreno para definir
los espectros de respuesta (Esteva, 1970). En particular, la regresión
de las amplitudes de Fourier de las aceleraciones registradas en CU preserva
los rasgos prominentes debidos a la amplificación regional señalada
por Ordaz y Singh (1992). Este fenómeno de amplificación
se observó en el intervalo de frecuencias entre 0.2 y 0.7 Hz y se
ha concluido que no existe ningún sitio exento de esta amplificación
dentro del valle de México (Singh
et al, 1994).
Existe un método alternativo en
el que se emplean los registros de sismos pequeños para simular
el movimiento producido por sismos de mayor cuantía. La idea original
fue propuesta por Hartzell (1978), quien se apoyó en la hipótesis
de que la complejidad observada en los registros estará presente
en aquellos producidos por sismos de mayor magnitud originados en la misma
región epicentral. En efecto, haciendo uso de este modelo teórico
para el escalamiento de la fuente sísmica, Ordaz et al (1994)
obtuvieron excelentes resultados al simular los registros del sismo del
25 de abril de 1989 (M=6.9), a partir de los registros producidos por un
sismo pequeño (M=5.0) ocurrido en la misma región el 2 de
mayo de 1990. La bondad de este modelo de escalamiento radica en preservar
los rasgos más significativos del movimiento atribuidos a la fuente
sísmica, al trayecto y al sitio de observación. En principio,
bastaría observar, en un lapso relativamente corto, la sismicidad
de una región determinada para hacer una buena estimación
de las características que tendría el movimiento del suelo
provocado por un gran temblor originado en ella.
Afortunadamente se cuenta con una valiosa
colección de acelerogramas registrados en la estación CU
de la ciudad de México, los cuales corresponden a sismos mexicanos
de subducción moderados y grandes, ocurridos desde 1965. Estos se
indican en la tabla I. También se indica la fecha de ocurrencia,
la magnitud y la distancia más corta entre el área de ruptura
y el sitio CU, así como la región sismogénica a la
que cada sismo pertenece, de acuerdo con la clasificación de brechas
sismogénicas propuestas por Nishenko y Singh (1987a, b). Esta clasificación
se ilustra en la figura 1, así como las áreas de ruptura
de los sismos estudiados. En la figura 2 se ilustran las aceleraciones
registradas en CU producidas por estos sismos.
Figura 2. Aceleraciones debidas a sismos
de subducción registradas en Ciudad Universitaria
Los espectros de amplitudes de Fourier
de estos registros, ilustrados en la figura 3, indican que son confiables
en el intervalo de frecuencias medias (de 0.3 a 3 Hz, aproximadamente).
En esta figura, los espectros de los sismos generados en cada zona especificada
se indican con líneas gruesas. Estos espectros corresponden a las
envolventes de los componentes horizontales NS y EW. También se
ilustra la comparación entre los espectros de Fourier de los registros
de los sismos de Playa Azul del 25 de octubre de 1981 (M=7.3), de San Marcos
del 25 de abril de 1989 (M=6.9) y de Ometepec del 14 de septiembre de 1995
(M=7.3). Se trata de sismos originados en diferentes regiones cuyas distancias
epicentrales a CU varían entre 290 y 330 km. Esta figura permite
hacer las siguientes observaciones:
Los dos grandes sismos de la brecha de
Petatlán que se han registrado son, prácticamente, del mismo
tamaño (M=7.7 y 7.6). La diferencia entre sus distancias epicentrales
al sitio CU (318 - 287 km) no es un factor significativo en la atenuación
del movimiento sísmico del terreno, ya que las amplitudes de sus
espectros de Fourier son muy similares. Se sabe, por otro lado, que al
aumentar la distancia epicentral se reducen las amplitudes de las altas
frecuencias más rápidamente que las de baja frecuencia. Sin
embargo, del conjunto de sismos estudiados (originados en promedio a 300
km de CU), los sismos de Petatlán son los más energéticos
en alta frecuencia. Al parecer, la corteza terrestre entre la brecha de
Petatlán y la Ciudad de México, es muy eficiente para propagar
ondas de alta frecuencia. Ello podría explicar el colapso de la
Universidad Iberoamericana, la cual se encontraba en un sitio de la zona
del lago con periodo dominante alrededor de 1.0 s, así como otros
daños observados principalmente en la porción de la zona
de lago cercana a la zona de transición. En cambio, se observa que
para frecuencias menores, las amplitudes son comparables a las que se producen
por sismos de menor magnitud originados en las otras brechas sismogénicas
señaladas en el estudio. Definitivamente, para periodos entre 2
y 3s, los grandes sismos originados en esta región fueron menos
energéticos que el "Temblor del ángel" del 28 de julio de
1957 (M=7.7), originado en la región de San Marcos, cuyo poder destructivo
quedó dramáticamente demostrado en la Ciudad de México.
Figura 3. Espectros de Fourier de los
Registros de aceleración ilustrados en la figura 2
-
El sismo del 25 de abril de 1989 es el único
evento importante de la brecha de San Marcos que se ha observado instrumentalmente
en CU. Sus registros son de gran valor. Para la ciudad de México,
este sismo produjo mayores intensidades que otros sismos costeros de mayor
tamaño. La comparación entre los espectros de este sismo
y los de los sismos de Playa Azul del 25 de octubre de 1981 (M=7.3) y de
Ometepec del 14 de septiembre de 1995 (M=7.3) muestra claramente que el
sismo de San Marcos, que es el de menor magnitud, es el más energético
para el intervalo de periodos entre 2 y 3s. Esta evidencia, y los grandes
daños causados por el sismo del 28 de julio de 1957 (originado frente
a las costa de Acapulco), sugieren que de todos los sismos con origen en
la costa del Pacífico mexicano, los que ocurren en la región
de San Marcos, son los más intensos para las estructuras ubicadas
en la zona lacustre de la Ciudad de México.
Sismo
|
Fecha
|
M
|
R (km)
|
Brecha
sismogénica
|
1
|
23/VIII/65
|
7.8
|
466
|
Oaxaca Este
|
2
|
02/VIII/68
|
7.4
|
326
|
Oaxaca Oeste
|
3
|
29/XI/78
|
7.8
|
414
|
Oaxaca Central
|
4
|
14/III/79
|
7.6
|
287
|
Petatlán
|
5
|
25/X/81
|
7.3
|
330
|
Michoacán
|
6
|
07/VI/82
|
6.9
|
304
|
Ometepec
|
7
|
07/VI/82
|
7.0
|
303
|
Ometepec
|
8
|
19/IX/85
|
8.1
|
295
|
Michoacán
|
9
|
21/IX/85
|
7.7
|
318
|
Petatlán
|
10
|
30/IV/86
|
7.0
|
409
|
Michoacán
|
11
|
25/IV/89
|
6.9
|
290
|
San Marcos
|
12
|
14/IX/95
|
7.3
|
320
|
Ometepec
|
Tabla 1 Sismos de subducción
con M>6.9 registrados en CU desde 1965
-
La región de Ometepec es la de mayor
actividad en este estudio. Desde que se instaló el acelerógrafo
de CU en 1964, se han registrado cuatro sismos importantes y numerosos
sismos pequeños con M < 5. Aunque las magnitudes de los
sismos importantes varían entre 6.9 y 7.3, la diferencia en estos
tamaños no es apreciable en sus espectros de Fourier. En efecto,
para frecuencias mayores a 0.4 Hz, los espectros tienen prácticamente
el mismo nivel de amplitud. Ello significa que para las estructuras convencionales
del valle de México, situadas en sitios con periodo dominante menor
a 2.5 s, estos sismos produjeron fuerzas con intensidades similares.
En la figura 4 se ilustran los EAF que se
tendrían en el sitio CU ante cuatro posibles temblores (con líneas
continuas el componente NS y con líneas discontinuas el EW). El
primero de ellos se adoptó como referencia, pues corresponde al
gran sismo de Michoacán de 1985. El segundo y el tercero son sismos
postulados, originados en la brecha de San Marcos con magnitudes M=8.1
y 7.7. Estos sismos, que por su magnitud serían comparables a los
terremotos de 1985 y 1957, respectivamente, se obtuvieron a partir del
escalamiento de los registros del sismo del 25 de abril de 1989 (M=6.9).
También se postuló un sismo con M=7 originado en el interior
del continente (por el fallamiento normal de la corteza sobre el manto
terrestre). Para ello, se tomaron las aceleraciones registradas en CU producidas
por el sismo de Huajuapan de León del 24 de octubre de 1980 (M=7)
y se corrigieron por distancia a fin de situar al hipocentro a 80 km de
profundidad bajo el valle de México.
3.2 Movimiento del terreno en las zonas
de lago y transición
Ordaz et al (1989) propusieron estimar
las amplitudes del movimiento del terreno en sitios instrumentados (en
las zonas del lago y transición) mediante el uso de funciones
de transferencia de sitio (FTS). Estas funciones de transferencia no
son más que el cociente promedio entre los EAF registrados en una
estación específica y el EAF registrado, para el mismo sismo,
en la estación de referencia (la estación Ciudad Universitaria).
Este enfoque empírico es una forma de tomar en cuenta las amplificaciones
relativas del movimiento del terreno observadas en los datos registrados
por las estaciones de la Red Acelerométrica de la Ciudad de México
(RACM). En su mayoría, las peculiaridades del movimiento se deben
a las condiciones geotécnicas, geológicas y topográficas
del terreno. De acuerdo con estos autores, si se conoce el EAF para el
sitio de referencia CU, el EAF para el sitio de interés se puede
estimar mediante el producto entre la FTS y el EAF de CU. El espectro de
respuesta puede entonces determinarse mediante el uso de Teoría
de Vibraciones Aleatorias, si además se dispone de una estimación
de la duración del movimiento intenso; esta se hace también
de manera empírica..
Este procedimiento se ha extendido para
estimar el movimiento del terreno que se tendría en sitios no instrumentados
dentro del Valle de México. Para estimar las FTS que se tendrían
en estos sitios se desarrolló un esquema de interpolación
espacial (Lancaster y Salkauskas, 1986; Pelto et al, 1988). En el
modelo se hacen intervenir soluciones teóricas y numéricas,
así como las incertidumbres relacionadas con los datos y con el
tratamiento numérico, a fin de reducir y cuantificar los niveles
de error que se tienen en las predicciones (CIS, 1991-1995). La introducción
de las incertidumbres se hace mediante un esquema bayesiano desarrollado
por los autores del presente trabajo..
Figura 4. Espectros de
Fourier de sismos postulados para el sitio CU
La RACM cuenta con cerca de 100 estaciones
en la superficie libre del terreno. Su localización aparece en la
figura 5. Se indican las estaciones que se encuentran en operación
y aquéllas que han sido retiradas, así como las zonas geotécnicas
y las principales vías de la ciudad. En la figura 6 se ilustra un
mapa de contornos de periodos dominantes del terreno. Estos valores oscilan
entre 0.5 s (para el terreno firme) y 5.0 s (para las zonas más
profundas del antiguo lago). En general, la forma de estas curvas y las
propiedades estructurales controlan la distribución de la intensidad
de las fuerzas sísmicas en su mayor parte.
Figura 5. Red Acelerométrica
de la Ciudad de México
4. MEDIDAS DE INTENSIDAD
A diferencia de las amplitudes del movimiento
del terreno, las fuerzas sísmicas son una medida cuantitativa de
la acción de un temblor sobre una estructura determinada. La estimación
de las fuerzas sísmicas que actuarán sobre una estructura
durante sismo se hace generalmente a partir del espectro de respuesta,
el cual indica, como función del periodo estructural y el amortiguamiento,
los valores de las respuestas máximas que pueden presentarse para
dicho sismo. El espectro de respuesta permite definir criterios de diseño,
niveles de riesgo y de daño, así como incorporar efectos
adicionales en la respuesta estructural, como los debidos a la interacción
entre el suelo y la cimentación. Se sabe que las condiciones más
críticas se presentan cuando el periodo dominante del movimiento
del suelo coincide con el periodo fundamental de la estructura. Por ello,
es racional esperar que para un sitio específico exista una familia
de estructuras que sean altamente vulnerables a las acciones sísmicas.
Figura 6. Contornos
de los periodo dominantes del terreno. Se indican curvas desde Ts=1.0s
hasta 5.0s con incrementos de 0.5s
En el marco del diseño sísmico
contemporáneo, interesa también, quizá más
que determinar fuerzas sísmicas, estimar los desplazamientos que,
en el rango inelástico, puede alcanzar una estructura. Para ello,
se procede de la siguiente manera: se estima, en primera instancia, la
resistencia requerida para limitar la demanda de ductilidad, m
, a un valor especificado. Esta estimación
se hace, generalmente, reduciendo el espectro elástico de diseño
con factores de reducción de resistencia, Rm
. Para un oscilador elastoplástico
sometido a cierto movimiento del suelo, Rm
no
es más que el cociente entre la resistencia requerida para que el
oscilador se mantenga en el rango elástico y la resistencia requerida
para que la demanda de ductilidad valga
m
. Si F(T,m
)
es el espectro de resistencias requeridas para ductilidad m
, entonces,
(1)
donde F(T,1)=mSa(T,1), siendo m la masa
del oscilador y Sa(T,1) el espectro de respuesta elástico de seudoaceleraciones.
Puede probarse que una vez determinado Rm
,
para un periodo y ductilidad dados, el desplazamiento inelástico
para esa ductilidad y periodo, D(T,m
), queda dado por:
(2)
donde D(T,1) es el espectro elástico
de desplazamientos relativos. El conocimiento de Rm
, por tanto, permite estimar también los desplazamientos inelásticos
a partir de los elásticos. Para determinar este factor de reducción,
se hace uso de las reglas de Miranda (1993), construidas específicamente
para suelos de la ciudad de México.
5. DESCRIPCIÓN DEL PROGRAMA Z
Como resultado de las investigaciones que
se han descrito, patrocinadas principalmente por la Secretaría de
Obras del Departamento del DF, se está actualmente en posibilidad
de tener estimaciones razonables de los espectros de respuesta que podrían
presentarse en una buena parte de la Ciudad de México.
Los procedimientos para realizar esta estimación
se presentaron originalmente en el trabajo de Ordaz et al (1988) y han
venido siendo perfeccionados como resultado del trabajo de grupos de investigadores
del Instituto de Ingeniería de la UNAM, del CENAPRED y del Centro
de Investigación Sísmica de la Fundación Javier Barros
Sierra.
El sistema Z es un programa de computadora
personal en que se conjunta mucha de la información sobre la respuesta
sísmica en el valle de México y que permite calcular, de
una manera interactiva y fácil, espectros de sitio, esto es, espectros
de respuesta en sitios específicos, seleccionados por el usuario,
ante temblores históricos o postulados. Una vertiente de interés
en este programa es la posibilidad de calcular respuestas ante movimientos
del suelo reconocidos como temblores de diseño, con lo que los espectros
de sitio se convierten en una herramienta útil para normar el criterio
de los diseñadores de edificios.
El programa Z está diseñado,
principalmente, para calcular espectros de respuesta en sitios específicos
ante temblores predeterminados. Se requiere, por tanto, precisar tres cosas:
el sitio, el sismo y el tipo de espectro.
5.1 Selección de sismo
Existen dos opciones de selección
de sismo: Sismos recomendados y Elección libre. En el primer
caso, se trata de 5 sismos preseleccionados, que los autores consideran
representativos de los sismos de diseño en el DF. Estos 5 sismos
son los que se usaron en los estudios realizados entre 1985 y 1987 para
fijar los espectros de diseño vigentes (Rosenblueth
et al,
1989). Sus características se describen en la tabla II:
No |
Tipo |
Origen |
Magnitud |
Distancia (km) |
1 |
Histórico
(85/09/19) |
Costero |
8.1 |
300 |
2 |
Postulado |
Costero |
8.1 |
280 |
3 |
Postulado |
Falla normal |
6.5 |
80 |
4 |
Postulado |
Acambay |
7.0 |
70 |
5 |
Postulado |
Local |
5.0 |
10 |
Tabla II. Características
generales de los sismos recomendados
Si el usuario selecciona esta opción,
se calcularán, para el sitio deseado, los espectros de respuesta
ante los 5 sismos descritos. Si el usuario prefiere Elección
libre, pueden seleccionarse tres tipos de sismos:
-
Históricos. Existe una lista
con una amplia gama de sismos que han ocurrido en el pasado. Como se ha
señalado anteriormente, existen claras diferencias entre los espectros
de los movimientos generados en diferentes zonas de la costa del Pacífico.
Por ello, resulta de interés analizar la respuesta de sitios en
la Ciudad de México ante sismos de diversos orígenes. Por
otro lado, los resultados de estimación de movimientos del suelo
durante sismos que ya ocurrieron sirven para calibrar los propios métodos
de estimación.
-
Históricos escalados. Se refiere
a sismos históricos pero a los que se desea asignar diferente magnitud
o distancia epicentral. Para ello, se hace uso del modelo de escalamiento
de fuente conocido como
w
2
(Aki,
1967; Brune, 1970) y de factores de atenuación del espectro de Fourier
con la distancia obtenidos de datos acelerométricos Ordaz y Singh,
1992).
-
Postulados. Se trata de sismos que
no han ocurrido, caracterizados por su magnitud y distancia epicentral,
cuyas características espectrales en terreno firme (estación
Ciudad Universitaria) se estiman con leyes de atenuación para ordenadas
del espectro de Fourier (Ordaz
et al, 1994)..
5.2 Selección del tipo de espectro
El usuario puede elegir el amortiguamiento
y la ductilidad para la que desea el cálculo de espectros de respuesta.
5.3 Selección de sitio
Una vez seleccionado el sismo, en la pantalla
principal del programa aparece un mapa del DF dividido con una malla de
líneas. Los cuadros de esta red coinciden aproximadamente con los
planos de la Guía Rojiâ
,
mapa urbano de amplio uso en la Ciudad de México. Esto se ha hecho
para facilitar al usuario la localización de sitios haciendo uso
de dicha guía. En el programa se indican, adicionalmente, las coordenadas
geográficas del punto señalado por el mouse.
El usuario obtendrá una ampliación
del cuadro correspondiente si oprime el botón del mouse en
cualquiera de los cuadros. Esto presentará el plano con calles,
lo cual permitirá la localización de un predio específico
(fig 7).
Si estando en un mapa de detalle se selecciona
con el mouse el sitio deseado y se oprime el botón izquierdo, se
iniciará el cálculo del espectro o espectros de respuesta,
con el amortiguamiento y ductilidad indicados, ante el o los sismos previamente
seleccionados.
Figura 7. Pantalla principal
del programa Z. Se presenta uno de los 42 mapas de detalle de la Ciudad
de México
5.4 Visualización de espectros
Los espectros calculados se presentarán
una vez que haya finalizado su cálculo. Estos aparecen en la pantalla
correspondiente, con líneas de colores diferentes para su identificación
y una línea negra que denota la envolvente de los espectros presentados.
5.5 Escenarios
En adición a la capacidad del programa
para calcular espectros de respuesta en sitios determinados, existe la
posibilidad de visualizar, a nivel de todo el DF, escenarios sísmicos.
Estos son mapas de aceleraciones espectrales para 5% de amortiguamiento
y ciertos periodos preseleccionados, que se presentarían como resultado
de la ocurrencia de sismos de particular interés.
Figura 8. Escenario sísmico para
el temblor del 19 de septiembre de 1985 (aceleración máxima
del suelo)
De entre una lista de escenarios precalculados,
puede seleccionarse el correspondiente al sismo de interés. En la
versión actual del sistema se cuenta con un solo escenario (asociado
al temblor del 19 de septiembre de 1985). Asimismo, puede elegirse, de
entre una lista de 8 periodos estructurales, aquel que sea de interés.
6. CONCLUSIONES
Se han presentado algunas consideraciones
generales sobre las características de los sismos que afectan a
la Ciudad de México y se ha hecho ver, de manera resumida, cómo
son tomadas en cuenta para realizar estimaciones de los movimientos del
suelo que podrían presentarse en el futuro. Adicionalmente, se ha
descrito de manera breve el funcionamiento del programa Z.
Se considera que los espectros de sitio
calculados por este programa pueden ser de utilidad al diseñador
en cuanto que son una ayuda para ver, en un sitio específico, el
verdadero tamaño que los temblores, en términos de sus espectros
elásticos, pueden llegar a tener.
No se considera, desde luego, que estos
espectros de sitio puedan reemplazar a los espectros de diseño reglamentarios.
Estos, como todas las especificaciones de las normas vigente, tienen que
ser respetados independientemente de los resultados de este u otros procedimientos
de cálculo de espectros de sitio. Como es del conocimiento de muchas
personas, el paso de espectros de respuesta a espectros de diseño
debe incluir numerosas consideraciones que no se han hecho en el presente
trabajo.
Aun así, es nuestra convicción
que este sistema puede ayudar al diseñador y contribuir a diseños
más seguros y racionales
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